lunes, 3 de agosto de 2020

La locura del Joker


La reciente película del Joker es, desde luego, una obra inquietante. Es difícil formarse una opinión de ella clara, más allá de su indudable brillantez como obra artística. Me llama la atención la capacidad de despertar empatía hacia uno de los villanos más desagradables de la ficción moderna. No estamos ante un Anakyn Skywalker empujado con engaños al lado oscuro, ni ante un Magneto, a la vez terrorista y liberador de su pueblo, ni ante un Galactus, más fuerza de la naturaleza que otra cosa. No, el Joker, sin un origen real claro que pueda explicarlo, es, básicamente, un monstruo. Pero la película, bien es cierto que a través de proveerle de dicho origen ausente, consigue que sintamos pena (una gran pena) hacia él.

La película ha sido criticada como panfleto incel o como manifiesto de extrema derecha. Es evidente que el Joker no es un libertador ni se encamina hacia una revolución emancipadora, Sus revueltas solo buscan el caos por el caos, la rabia de la destrucción sin sentido. Como decía Alfred Pennyworth respecto a otro Joker, aún más oscuro, "algunas personas solo quieren ver arder el mundo". Pero no olvidemos que el Joker es el villano de su propia historia. Claro que el personaje es mucho más un arquetipo de extrema derecha que no cualquier especie de revolucionario, pero eso no significa que la película, como obra artística, sea una apología de dichas posiciones.

De todas maneras, el motivo del presente escrito era detenerme en un detalle que me ha llamado poderosamente la atención. Es recurrente en las historias de la galería de villanos de Batman el recurso fácil a la "locura" de sus enemigos que, de hecho, no acaban en la cárcel sino en el hospital psiquiátrico de Arkham en busca de tratamiento. Y, en esta película, el Joker es también un enfermo mental, que ha estado ingresado y que necesita su medicación para mantenerse estable, medicación que el propio sistema, abandonando a los más necesitados, le niega en un momento dado. Pero, pese a ese diagnóstico previo de trastorno mental y pese a la falta de la supuestamente estabilizante medicación, para nada es el mensaje de la película (o así creo entenderlo) que esa enfermedad o esa ausencia de tratamiento sean la causa de la conducta del Joker. Al contrario, la impresión, todo el rato, es que cualquier persona, incluso sin diagnóstico ni necesidad alguna de tratamiento psiquiátrico, sometido a toda esa miseria, esos horribles malos tratos de niño, la influencia perniciosa de esa madre, la crueldad provocada por una sociedad fría y egoísta, como corresponde a las sociedades capitalistas neoliberales que todavía sufrimos y, por qué no decirlo, un cúmulo de mala suerte y malas decisiones, propias y ajenas... Cualquier persona, repito, por muy sana que estuviera previamente, caería en el más absoluto descontrol ante esa avalancha de miseria, dolor y soledad...

Para nada creo que la película estigmatice a los enfermos mentales como individuos potencialmente peligrosos. Antes al contrario, la película muestra cómo no es el trastorno ni la medicación o su falta lo que decanta al Joker hacia su sadismo definitivo, sino todo el sufrimiento que la sociedad, su familia y el mundo entero le provocan.



viernes, 31 de julio de 2020

Las reinas de Poniente y la rueda que no se rompió


Bueno, tras muchas dudas, aquí realmente se inicia un nuevo blog. Mucho más privado que el previo y realmente dirigido a gente muy concreta, que ya saben quiénes son. Se trata esta vez de reflexiones probablemente breves (o no) sobre distintos aspectos que me preocupan de nuestro mundo, nuestra sociedad, nuestro futuro... También reflexiones deslavazadas aquí o allá sobre productos culturales que me hayan llamado la atención, comentarios o frases de interés, algún recuerdo que otro... Vamos, cualquier cosa sobre la que me apetezca escribir y dejar por aquí... como un fragmento para después...

Comenzamos, como se dijo en la primera y tentativa entrada, por hacer un par de comentarios sobre la serie Juego de Tronos y su final. Me declaro gran fan tanto de los libros como de la serie, como ventanas a un impresionante y complejo universo que no por imaginario deja de ser emocionante y embriagador. Sin saber cómo acabaran los libros, puedo decir que me siento totalmente estafado por el final de la serie, sobre todo por los tres últimos capítulos, más allá de la noche más oscura en que Arya Stark salvó el mundo. Respetando los gustos privados de cada cual, me parece que el destino de la mayoría de los personajes es absurdo dada su trayectoria, pero me fijaré en algunos aspectos:

Tratándose de una ficción famosa por la importancia que ha reconocido a los personajes femeninos, el final traiciona totalmente ese espíritu:

  • Arya Stark: capaz de sobrevivir a las más atroces experiencias en Braavos y salir de allí exclamando "Soy Arya Stark, de Invernalia, y vuelvo a casa", capaz de sobrevivir a las tierras de un Poniente en guerra con la dudosa ayuda de un mercenario, capaz de acabar ella sola con la mayor amenaza de la humanidad... resulta que, cuando llega a Desembarco del Rey y con los primeros ataques de fuego de dragón, se convierte de repente en la niña asustada que nunca fue y se dedica todo el capítulo a huir sin sentido. Lamentable.

  • Sansa Stark: capaz de sobrevivir a otra suerte de atrocidades a manos de asesinos y torturadores, capaz de liderar el Norte y salvar a su no muy despierto medio-hermano (en realidad primo) en una perdida hasta entonces batalla de los bastardos... resulta que, en la reunión de los grandes señores de Poniente (qué sinsentido de reunión, por los Siete) le pide a su hermano tullido (cuyo único mérito para el trono parece haber sido conocer el genocidio que iba a ocurrir en Desembarco y permitir que ocurriera) que deje al Norte ser independiente. Se lo pide. Que les deje. En lugar de declarar su independencia, más que de sobra ya ganada. Lamentable.

  • Cersei Lannister: malvada entre las malvadas, pero sin duda una de las personas más inteligentes de Poniente, capaz de destruir tres Manos del Rey, capaz de sobrevivir a las muertes de sus hijos, capaz de acabar con el poder de la Iglesia de los Siete y capaz de llegar al Trono de Hierro... resulta que se vuelve totalmente idiota y no acepta una rendición más que favorable para salvar la vida, a su amado hermano y a su hijo nonato. Lamentable.

  • Brienne de Tarth: una de los mejores luchadores de Poniente, que derrotó al Perro en singular combate (uno de los mejores luchadores de Poniente), la persona más leal de los Siete Reinos, que veló por encontrar y salvar a las niñas Stark hasta que cumplió su misión... resulta que se vuelve loca de amor por Jaime Lannister y se queda literalmente llorando a las puertas de Invernalia cuando él se va. Lamentable.

  • Daenerys Targaryen: qué decir de nuestra favorita. Una mujer que, siendo solo una niña, fue capaz de sobrevivir a una infancia en constante huida, que sobrevivió a ser vendida como esposa a un señor guerrero a quien acaba amando, que sobrevivió a la muerte de su amado y de su hijo por nacer (y, además, por culpa de sus propias decisiones), que sobrevivió al desierto e hizo sobrevivir a los suyos, que conquistó ciudades inexpugnables y se preocupó de reinar sobre ellas, con dureza pero siempre con justicia, que marchó sobre Poniente con la única preocupación de gobernar de una manera diferente, de romper la rueda de la opresión, de no permitir la muerte de inocentes para acceder al trono... y toda esta construcción del personaje, como encarnación de la revolución y de la emancipación de los esclavos, los pobres y los humildes, salta por los aires con el gran argumento de que se ha vuelto loca, porque la mitad de los Targaryen enloquecen. Y habiendo sobrevivido a todo eso, la causa última de la locura es no querer compartir el trono con otro heredero que ni siquiera lo quiere y, además, estando ambos enamorados... Y habiendo enterrado a su amor y a su hijo, muertos por su culpa, cae finalmente en la locura porque matan a su consejera... Lamentable es decir poco.


Veo dos lecturas políticas claras en esta elección del final, dos mensajes que me  desagradan profundamente:

  • Al final, las mujeres se asustan, o tienen que pedir permiso, o se vuelven estúpidas, o lloran por el amor perdido, o enloquecen.

  • Al final, los libertadores, los revolucionarios, los que ansían romper la rueda se convierten en tiranos peores que los previos, y tienen que venir ladrones y puteros a restaurar el statu quo.


Pero hay una posible solución:

  • Rechacemos el final. Todo ha sido un sueño. Por ejemplo, un sueño en la mente de Jon cuando, al inicio del capítulo 4 (tras La noche más oscura) le pregunta a Bran si debe decir quién es en realidad. Un sueño en su mente sobre las consecuencias de tal declaración, que le lleve a cerrar la puta boca.
  • En el mundo de Poniente, el siete es el número clave: siete reinos (que así denominan todos, aunque sean ocho), siete dioses, siete libros (aún dos pendientes, es cierto)... ¿Por qué ocho temporadas? Lo lógico sería haber hecho siete temporadas de 10 episodios cada una y acabar en el 70, que resulta ser La noche más oscura. Es decir, los tres últimos episodios no cuentan, olvídenlos, no los vuelvan a ver nunca. Juego de Tronos termina cuando Arya Stark salva el mundo.

Además, como dijo el Lord Comandante Mormon de la guardia de la noche, cuando los espectros y otras cosas caminan hacia el sur, nada importa quién se siente en el Trono de Hierro.